¿Por qué la certificación en innovación no garantiza resultados?

En el mundo empresarial actual, la innovación es un factor clave para el éxito presente y la sostenibilidad futura de la empresa. Las empresas que se adaptan a los cambios y crean nuevos productos y servicios para satisfacer las nuevas tendencias, necesidades y problemas de sus clientes son las que tienen más probabilidades de sobrevivir y prosperar.

En este contexto, muchas empresas invierten en la certificación de sus empleados en metodologías de innovación. Y es que la certificación en alguna metodología de reconocido éxito en otras organizaciones se ha convertido en una especie de “Santo Grial”, un camino aparentemente seguro hacia el éxito y la mejora continua. Sin embargo, la realidad es a menudo más esquiva y menos complaciente. A lo largo de más de dos décadas en el ámbito de la innovación, hemos sido testigos de cómo organizaciones, especialmente multinacionales, han apostado fuerte por la formación y certificación de sus equipos, esperando que esto se traduzca automáticamente en resultados tangibles, que se han quedado lejísimos de las expectativas. Pero, ¿por qué sucede esta paradoja?

El mito de la certificación

La lógica detrás de la inversión en certificaciones es clara: si formamos a nuestro personal en metodologías de innovación, deberíamos ser capaces de innovar de manera más efectiva. Sin embargo, la práctica ha demostrado que esta premisa no suele cumplirse. A menudo, las organizaciones destinan grandes sumas de dinero a certificar a su personal en metodologías punteras en un determinado momento, solo para descubrir que los resultados no mejoran de la manera esperada. Y, curiosamente, aquellos que dejan la organización y aplican las mismas metodologías en otros contextos, pueden llegar al éxito. Por lo que muchas iniciativas de certificación en grandes corporaciones, han sido generadoras de start ups, creadas por empleados que con la certificación han descubierto un mundo apasionante, y en su corporación han sentido frustración por no poder explorarlo.

La cultura: el verdadero campo de batalla

La respuesta a este enigma reside en la cultura organizacional, la cultura de la innovación. Una metodología, por más efectiva que sea, no puede prosperar en un entorno que no la apoya. Imagina intentar aprender a tocar el piano en un contexto donde constantemente te critican o interrumpen; es probable que termines abandonando, no por falta de habilidad o de un buen método, sino por un entorno hostil.

En el mundo de la innovación, sucede algo similar: las metodologías son útiles, pero dependen enormemente de la cultura organizacional para florecer. Si los empleados se sienten amenazados o incómodos, si el cortoplacismo es lo que domina, si rige una cultura de la competición, en lugar de la cooperación, si la jerarquía se interpone en el camino dictando lo que se tiene que hacer y no animando a que se aporten nuevas ideas de hacer, las resistencias surgirán y el proceso de innovación se verá obstaculizado.

El equilibrio

Entonces, ¿deberíamos abandonar la idea de certificar a nuestro personal? No necesariamente.

La clave está en equilibrar la certificación con un esfuerzo consciente y deliberado por transformar la cultura organizacional. Conocer la cultura de tu empresa, identificar a los aliados del cambio y actuar de manera discreta y estratégica son pasos cruciales en este proceso.

Transformación cultural: el verdadero motor de la innovación

La transformación cultural va más allá de la simple adopción de nuevas metodologías; se trata de cambiar la forma en que pensamos, actuamos y reaccionamos ante el cambio. Al transformar la cultura, no solo facilitamos la adopción de metodologías de innovación, sino que también creamos un entorno donde la creatividad y la innovación pueden florecer de manera natural.

En este sentido, podemos llegar a la conclusión de que la certificación en innovación es una herramienta valiosa, pero no es una solución mágica. Los verdaderos resultados provienen de una combinación de formación, práctica y, lo más importante, un entorno cultural que apoye y fomente la innovación. Al crear espacios para la transformación, nuestras culturas organizacionales, no solo mejoran nuestra capacidad para innovar, sino que también creamos organizaciones más resilientes, creativas y preparadas para enfrentar los desafíos del futuro. Es la muy conocida, pero poco aplicada, expresión del “Perform + Transform”.

Para diagnosticar la cultura de innovación de las organizaciones hace más de una década desarrollamos el diagnóstico InnoQuotient, una herramienta única y basada en un modelo sólido y robusto, validado estadísticamente por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y publicado en el MIT Sloan en 2013, que analiza el liderazgo, el clima y la cultura, dividiendo cada una de estas áreas en bloques. Gracias a este diagnóstico, los directivos de tu organización podrán tomar las decisiones necesarias para crear una cultura exitosa que fomente la innovación en todas sus áreas.

Hoy, más de 500 organizaciones y más de 130.000 personas del mundo, en diversos sectores y en más de 22 idiomas, han realizado el diagnóstico, beneficiándose

de ese conocimiento para mejorar su rentabilidad y su sostenibilidad en el tiempo.