Calidad en la organización y cultura de la innovación, ¿cómo se relacionan?

Sin calidad no hay innovación, pero ¿cómo se relacionan entre sí? En este artículo aclaramos ambos conceptos y explicamos qué papel desempeña la cultura organizativa a la hora de mejorar la calidad de los productos y servicios.

¿Qué es la calidad? 

No es fácil encontrar una única respuesta a este interrogante. Si preguntamos a los líderes de una misma organización qué entienden por calidad, probablemente obtendremos respuestas muy diferentes. Por tanto, el concepto calidad, como ocurre con el de innovación, también está pervertido y es imprescindible alinearlo dentro de una organización.

Es posible pensar en la calidad como un hito. Pero si analizamos cualquier producto o servicio de calidad observamos que, en realidad, es el fruto de un proceso constante de mejora. Por ello, podemos describir la calidad como un proceso continuo de mejorar la experiencia de todos los grupos de interés a lo largo del proceso de creación y de uso.

¿Qué relación existe entre calidad e innovación?


Si, como hemos descrito anteriormente, la calidad es un proceso de mejora constante de un producto o servicio, este se irá transformando paulatinamente y, transcurrido suficiente tiempo, si lo comparamos con el producto o servicio original veremos que son radicalmente diferentes. Pero ¿y si en lugar de una mejora incorporamos múltiples y diversas mejoras a ese producto o servicio? ¿No podríamos estar ante una innovación?

Si la innovación es ofrecer una respuesta diferente y mejor a un determinado problema o necesidad, ¿no podría ser fruto de múltiples mejoras que no hemos ido lanzando al mercado poco a poco, sino que las hemos acumulado y lanzado como un todo?

A la hora de mejorar la calidad de nuestros productos y servicios, la cultura de la innovación desempeña un papel fundamental. ¿Podríamos imaginar una organización que genere innovaciones, pero de una calidad mediocre? Seguramente el recorrido de esa empresa no sería muy largo, pues, entre otras cosas, sus competidores sólo tendrían que mejorar la calidad de sus innovaciones para robarle el mercado.

De hecho, según nuestra experiencia y numerosos estudios al respecto, para lograr una cultura donde la innovación sea parte del ADN de la organización, previamente se tiene que alcanzar la maestría de la mejora continua, es decir, de los procesos de calidad. Por ello, cuando la innovación es parte de una cultura organizativa, podemos observar claramente que se dominan tanto el kaizen (mejora continua) como el kaiku (la experimentación y exploración continua).

¿Cómo podemos transformar la cultura de una organización?

Para transformar una cultura no hay atajos. Igual que las culturas de las sociedades humanas van evolucionando poco a poco y desarrollando sus lenguas francas y tecnologías, con lo que van mejorando su sociología, transformar la cultura organizativa es también un proceso que no se puede delegar. Depende íntegramente de la autenticidad de sus líderes, de que exista una coherencia entre lo que estos piensan, dicen, hacen y sienten. Éste es el primer paso para poder liderar un proceso de transformación cultural con éxito.

El segundo paso es tener muy presente la memorable frase de Peter Drucker: “La cultura se come la estrategia para desayunar”. Y, por tanto, los líderes deben conocer los detalles de las diversas culturas que existen dentro de su organización, así como, en qué departamentos, grupos de personas, niveles jerárquicos, etc. se encuentran sus océanos azules (aceleradores) y sus océanos rojos (frenos) interiores, por lo que diagnosticar la cultura se hace imprescindible.

El tercer paso consiste en aplicar a pies juntillas el mantra, conocido por todos y no tan aplicado como pensamos, de “piensa en grande actúa en pequeño”. Es decir, conoce tu organización y define un plan para su transformación hacia una organización que combine la innovación y la calidad. A partir de aquí es necesario crear un plan de acción y ser paciente, metódico, perseverante y flexible.

Para diagnosticar la cultura de innovación de las organizaciones, así como para poder crear planes de acción objetivos, eficaces y maximizar la ratio de éxito en la ejecución de los mismos, hace más de una década desarrollamos el diagnóstico InnoQuotient. Se trata de una herramienta única y basada en un modelo sólido y robusto, validado estadísticamente por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y publicado en el MIT Sloan en 2013.

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